El otro dia vi un documental en el que se decia que el gobierno de los Estados Unidos utilizaban animales para espionaje o para ser kamikazes. La verdad que me quede un poco bloqueado ya que utilizan todo tipo de animales, llevandolos a una muerte segura a la mayoria de estos.
Entrenados, reclutados por la fuerza y utilizados como carnada y elemento suicida, decenas de animales entre los que se encuentran cucarachas, grillos, perros, gatos, caballos, cabras, camellos, elefantes y jirafas, entre otros, forman parte del grupo “kamikaze” que el Departamento de Defensa de Estados Unidos tiene desplegados en los distintos países donde tiene presencia militar y donde su objetivo principal es evitar sabotajes y ataques enemigos.
Con el fin de evitar sorpresas de grupos extremistas, el Pentágono, además de contar con bombas de precisión, aviones sin piloto y equipos con alta tecnología, actualmente adiestra diversas especies animales para prevenir ataques contra el presidente, sus funcionarios y contra contingentes militares.
Roedores prueban alimentos del mandatario para descartar que pueda ser envenenado, mientras que canes revisan las habitaciones donde se hospedará fuera de la Casa Blanca en busca de explosivos o agentes químicos y biológicos. Los mares son custodiados por cetáceos y selacios entrenados para desactivar minas o eliminar enemigos mediante dardos tóxicos e incluso son entrenados para matar buzos enemigos.
Pero los reclutas animales no sólo son de mediano tamaño, también hay diminutos y gigantes.
ZOOLÓGICO. Dentro del contingente militar animal que Estados Unidos tiene para enfrentar contingencias bélicas están los perros, que en la Primera Guerra Mundial eran utilizados contra tanques enemigos y que actualmente son ocupados en algunos frentes. Desde cachorros, se les pone la comida en el compartimiento de un camión blindado. Luego se les suelta hambrientos en combate, con una bomba adosada al cuerpo y cuando está cerca del enemigo se le hace estallar.
Otra forma era aquella de poner carne alrededor de un tanque para que el animal la buscara. Lo mismo ocurría en el campo de batalla y si el animal lograba trepar a la maquina acorazada se hacía estallar el can, que en ocasiones volteaba el tanque enemigo o lo destruía.
Los caballos, mulas y burros, también han servido en las batallas, pues además de llevar el equipo militar, suelen llevar explosivos que se detonan con el animal en campamentos rebeldes.
En los operativos no podían faltar las cabras, pues su leche proporciona una proteína que permite fabricar chalecos antibalas ultraligeros.
Otro animal que entra en batalla es el camello, adiestrado para atacar a patadas al enemigo cuando está cerca. También se le adhieren explosivos para detonarlos en momentos vitales y sin ignorar que su sangre es vital para la elaboración de sueros contra mordeduras de serpientes.
Un gigante del reino animal, el elefante, que era utilizado como tanque de guerra en la antigüedad, actualmente suele ser elemento clave en el cargamento de misiles y explosivos en zonas donde un contingente militar fácilmente suele ser detectado.
Misma suerte corren los gatos, sobre quienes caen crueles experimentos. Su pánico al agua y su habilidad para caer de pie llevó a contingentes militares a amarrarlos a una bomba y lanzarlos sin paracaídas contra buques. El plan fracasó, ya que los felinos no podían maniobrar debido al peso de su equipaje.
PILOTOS. Un experimento que aún no se ha perfeccionado pero que tiene marca de pendiente en la bitácora del Departamento de Defensa de EU es el adiestramiento de monos para pilotar un bombardero B-52.
En la Base de la Fuerza Aérea Brooks de Texas, un grupo de monos rhesus es atado a simuladores de vuelo B-52 (La “Plataforma de Equilibrio primate”). Luego de darles dolorosas descargas eléctricas para que aprendan a “volar” el artefacto, los monos son irradiados con rayos gamma para ver si ellos pueden resistir “durante las 10 horas que tomaría bombardear una imaginaria Moscú”.
Aquellos que fueron irradiados con las dosis más fuertes, vomitaron violentamente y se volvieron extremadamente letárgicos antes de ser sacrificados.
Otros animales, pero de menor tamaño que han entrado a la guerra son las abejas, entrenadas para detectar explosivos. Pruebas satisfactorias en la base de Brooks (Texas). Cuando la abeja encuentra algo sospechoso, el artificiero la recompensa con una gota de azúcar.
Otro que cumple con una misión similar son los grillos, que se desempeñan como centinelas nocturnos, y cuya misión es acelerar su canto al sentir la presencia del enemigo.
Otros insectos que cumplen con una labor bélica son los escarabajos y las cucarachas, ya que su resistencia a diferentes tipos de climas y a accidentes nucleares. A cientos de cucarachas se les ha adiestrado a meterse en lugares muy pequeños y salir de su guarida ante la presencia del enemigo. Lo novedoso es que el animal lleva adherida una pequeña cámara de video inalámbrica que graba a distancia lo que se desarrolle en determinado lugar sin abrir sospechas.
Entre los reclutas que somete EU a sus servicios no podían faltar los delfines, en especial los de nariz de botella y los beluga, que patrullan los mares y que en caso de una emergencia tienen como última salida matar al enemigo, en su mayoría buzos a los que suelen soltar una sustancia química que a la postre causa embolias.
ACUSAN. Denuncias de organizaciones defensoras de los derechos de los animales y grupos ambientalistas denuncian que las muertes de ballenas y delfines en las costas son resultado de experimentos que el Pentágono hace con animales acuáticos a los que elimina por rebeldía o deserción.
El Departamento de Defensa reconoce que necesita cada año entre 320 mil y 553 mil animales de variadas especies para experimentos militares. De estas cifras, sólo el 18% de los animales sufre “excesivo dolor o sufrimiento”, señala.
Un experto británico, Leo Sheridan, sospecha que delfines muertos en las playas podrían ser “desertores”, ya que “llevan unos collares con electrodos que transmiten una señal de estrés si ven a un submarinista. En caso de rebeldía, el collar estalla por control remoto gracias a una pequeña carga explosiva que deja un boquete del tamaño de un puño en el cuello del animal; lo mismo ocurre con ballenas que no cumplen con las órdenes.
Informes de grupos defensores de los derechos de los animales refieren que el costo aproximado de los experimentos que realiza el Pentágono anualmente con animales supera los 200 millones de dólares y el sacrificio de más de 500 mil especies animales.
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