Durante el siglo XV la peste asoló Europa y Venecia no fue una excepción, de hecho, cosas como la humedad, el aislamiento geográfico y el ir y venir de los mercaderes hicieron que la peste se cebara de forma especial con su población. La situación se hizo insostenible, ante la imposibilidad de enterrar a tantos cuerpos, por lo que se empezaron a apilar en las calles, provocando que el olor a muerte invadiera el aire veneciano. Además, eran nuevos focos de infección que afectaban a aquellos ciudadanos que no estaban enfermos.
Las autoridades de Venecia, ante este panorama, decidieron trasladar los cadáveres a la aislada isla de Poveglia. Pero pese a que los cadáveres habían sido retirados, el impacto de la peste seguía haciendo estragos entre los venecianos, y ante esta situación, se tomó una terrible decisión: Todo aquel que mostrase el más mínimo síntoma de infección seria trasladado y abandonado en la isla.
En los primeros siglos de Venecia, la isla de Poveglia fue un mini-estado y durante bastante tiempo alojó un convento, hasta que llegó a la ciudad la peste negra. A cada muerto, enfermo, o sospechoso de estar contagiado, se los llevaban a esta isla…donde los cadáveres, junto a los moribundos y a quienes estaban en riesgo de contagiar eran arrojados a gigantescas fosas, a las cuales prendían fuego para liberar el espacio o “purificarlo” sin importar si los que estaban allí estaban muertos o no. En el mejor de los casos, si alguno conseguía escaparse de las llamas, igualmente vagaba abandonado por la isla hasta que moría de inanición o era cazado por los guardias venecianos que depositaban cadáveres y enfermos en la isla.
Posteriores plagas medievales le dieron el mismo uso a la isla, llegando a un total estimado de 300.000 seres humanos incinerados vivos, muertos por la peste o enterrados en las gigantescas fosas comunes de la isla.
Los cadáveres allí desplazados fueron arrojados a fosas comunes donde
primero se incineraban y después se cubrían con una capa de cal y
tierra.La isla es un lugar pútrido. La arena, en combinación con los restos carbonizados de los cadáveres abandonados allí han creado una densa capa de ceniza pegajosa. El propio núcleo de la isla son literalmente restos humanos, lo que le ha dado una reputación asquerosa, pero parece que le va muy bien a las viñas allí plantadas.Cuando la epidemia cesó, la isla se olvidó, permaneciendo maldita y sin que nadie la volviera a visitar hasta 1922, cuando se inauguró un psiquiátrico en la isla.
Los enfermos fueron los primeros que empezaron a hablar de los fantasmas que habitaban la isla y a escuchar los torturados gemidos de las almas en pena, pero lógicamente no se les hizo caso y la rutina diaria se mantendría durante años sin que nada se alterase.
También el psiquiátrico contribuyó a
la negatividad de la zona ya que el doctor y director del centro empezó
a probar nuevos tratamientos con sus pacientes. Tratamientos
tales como trepanaciones y las lobotomías se volvieron la rutina del
centro, usando herramientas inapropiadas como berbiquís, escoplos y
martillos y clavos, lo cual provocó que muchos pacientes perecieran en
el centro. Sus pacientes, e incluso aquellos que no eran responsabilidad
del doctor, eran llevados al campanario donde eran torturados y
sometidos a horrores inhumanos.
Pronto el personal del centro también empezó a hablar de los misterios de la isla, la actividad del psiquiátrico no cesó hasta que los fantasmas empezaron a atormentar al director del centro.
Tal fue la situación que el director perdió la razón por completo,
saltando de la torre del hospital en un intento desesperado de escapar
de los tormentos que le rodeaban. Tras la muerte del director el centro fue rápidamente desalojado
y la isla volvería a quedar por completo deshabitada hasta que una
familia adinerada decidió comprar la isla por una cantidad que no seria
revelada.Pese a que aun hoy pertenece a esta familia, solo pasaron una noche en la isla ya que un extraño suceso que nunca quisieron desvelar, desgarró la cara de su hija, a la que tuvieron que dar 14 puntos.
Tras este suceso, solo van a la isla para cosechar los viñedos allí plantados (la tierra es muy rica en restos orgánicos) y los que han osado pasar allí una noche han salido huyendo y jurando no volver por los gritos y lamentos que allí dicen oír, y por la abrumadora maldad que todos parecieron percibir.
Las historias de fantasmas y sobre las campanas de la capilla sonando a medianoche en el aire de la laguna se volvieron tan comunes como las de partes humanas flotando en las inmediaciones. Tanto que hasta hoy en día los pescadores todavía se niegan a ir a echar las redes por la zona porque muchas veces sacan pedazos de hueso u otra clase de restos humanos). Ningún transbordador viaja a esa isla, y nadie se le acerca de noche.
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